¿Por qué a los niños no les gustan las acelgas?


El rechazo a los sabores amargos responde a mecanismos biológicos, sin embargo, el sentido del gusto evoluciona con la edad
Ante un plato con acelgas, alcachofas o pepino muchos niños exclaman un sonoro 'no me gusta' y ponen una expresiva cara de asco. La misma mueca aparece al tomar determinados jarabes; sin embargo, el gesto cambia si lo que tienen entre manos es un dulce o una golosina.
La clave de unas preferencias tan marcadas está en la biología, según explica Julie Menella, una investigadora estadounidense que ha llevado a cabo un trabajo sobre los mecanismos que influyen en el sentido del gusto. Sus resultados acaban de presentarse en el Congreso de la Asociación Química Americana.
Menella señala a elmundo.es que es el instinto de supervivencia el que va marcando el camino. "Lo dulce produce placer porque, en realidad, lo estamos asociando con una disponibilidad rápida de calorías, las que proceden de los carbohidratos", explica.
Sin embargo, rechazamos de forma innata lo amargo, el sabor que precisamente tienen muchos productos venenosos. "Tenemos 27 receptores para los sabores amargos, mientras que sólo tres para los dulces. En la prehistoria, esto nos ayudaba a evitar tomar alimentos tóxicos", indica Menella.
Pese a esta 'programación' natural, esta investigadora remarca que, con los años, los gustos van cambiando debido a la influencia del aprendizaje y la cultura. "Durante la niñez comenzamos a formar asociaciones con la comida y las medicinas, aprendemos qué sabores son apropiados", comenta.
El gusto aprende
Según esta experta, es posible lograr que los niños aprendan a que la verdura también puede ser una comida rica. "Hay varias estrategias, como, por ejemplo, ofrecerles piezas variadas en un contexto positivo y no forzarles a que coman algo que no quieren", señala.
"Un mejor conocimiento del mundo sensorial del niño debe ser una prioridad para la salud pública", dice Menella, que seguirá investigando al respecto.


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